La creación de nuevas criaturas que sorprendan al espectador no es una baza novedosa dentro del universo de Star Wars. De hecho, parece haberse convertido en una marca de identidad de cada director, en un intento reiterado de innovar y de mostrar una galaxia cargada de disparidad.
En un apogeo por sumergir al fan -y a los curiosos- en un entorno que se caracterice por peculiar y único, el equipo de desarrollo y diseño de según qué película se ha esforzado en dotar de singularidad a aliens antropomorfos y a especies animales cargadas de misterio o ternura para demostrar una vez más que nos encontramos en una galaxia que poco o nada tiene que ver con una realidad existente con la que pueda asemejarse.
Se ha recurrido para ello a técnicas de diseño llevadas a cabo a posteriori por el cgi, dando vida a la imaginación más entrevesada de algunos para mostrar auténticas sorpresas en la gran pantalla. Otras, por el contrario, han arrastrado consigo una labor encomiable de desarrollo práctico que se ha aproximado a una auténtica obra de arte dentro de la ingeniería del diseño en el cine.
Es por ello que, siguiendo la línea de las criaturas y especies que las secuelas trajeron de la mano, me gustaría ahondar más allá de una mera aparición en la línea de la narración básica que caracteriza a The Last Jedi. Mostrando de igual forma, el reconocimiento que se merece un equipo de diseño que poco o nada tiene que envidiar en su labor exhaustiva al de otras de las películas de la saga.
Los vúlptices (vulptex, en singular) serían un ejemplo más del fruto de un esfuerzo y calidad de un equipo, que sobrepasa a muchas otras criaturas que hayamos podido toparnos en el camino, con la latente premisa de basar su creación en un esfuerzo y una creatividad cargada de mimo.
¿Por qué los vúlptices? Me sigue sorprendiendo cómo de complejo puede ser el proceso de creación de una criatura que está destinada a no ser más que una mera aparición fugaz. De cómo un equipo trata durante interminables días y ante irremediables obstáculos, de dar vida a un elemento que pasará inevitablemente desapercibido ante los ojos de un espectador cargado de sensaciones y momentos que poco o nada tienen que ver con un detalle tan secundario.
Antes de profundizar en tecnicismos y en un laborioso proceso de creación deberíamos preguntarnos, ¿qué son los vúlptices dentro del universo de Star Wars? ¿Qué conocemos de ellos o qué información se nos ha dado?
Realmente conocemos poco, pues están hechos para tal. Su aparición fugaz, si bien tuvo una función en escena primordial para la conclusión del filme, fue escasa.
Los vúlptices en pantalla
La primera vez que vemos a los vúlptices en pantalla tiene lugar cuando la Resistencia -lo poco que queda de ella- se posiciona en Crait con la intención de sobrevivir a la persecución de la Primera Orden.
Estas criaturas evocan un pelaje que a primera vista parece cristal. Una fisionomía que podría asemejarse perfectamente a la de un zorro. Usan como refugio la mina en la que transcurre la historia principal, siendo este sitio un lugar abandonado años atrás.
Estas criaturas han versado su vida en explorar las profundidades de las cavernas gracias a un tamaño que les permite recorrer los caminos más pequeños y los huecos más inaccesibles.
El pelaje cristalino que les caracteriza no deja de ser un sistema de defensa desarrollado con el paso de las eras. Su visión, siendo según qué espécimen azul o roja, está adaptada a condiciones escasas de luz, facilitándoles así mismo la ya mencionada exploración por los túneles naturales de las minas del planeta salado.
Se ha destacado desde la guía visual del episodio al que corresponden (en este caso, el Episodio VIII, uno de los más polémicos de la saga) que las vibrisas de sus carrillos son uno de los elementos de su cuerpo que tienen como función ayudarles a orientarse en dichos túneles.
Su papel en la línea argumental se convierte en algo importante cuando, una Resistencia que se cree atrapada en la propia mina, descubre que las criaturas se adentran a los túneles más recónditos en el momento de la contienda para tomar una de las salidas no conocidas de mano de los planos hallados en la propia mina. Su participación efímera permitirá a la Resistencia salir airosa, pese a encontrarse terríblemente diezmada, de la situación en la que se encontraba envuelta.
En el libro de Star Wars the Last Jedi: Rose Tico: Resistance Fighter encontramos más detalles de esta especie. Concretamente, las notas de diario de un doctor que respondía al nombre de Paqin Mesoli, quién relataba que estas criaturas eran omnívoras, con una alimentación basada en tubérculos y pequeños mamíferos que se encuentran más allá de la corteza salada del planeta. Alegando que estas criaturas tenían indicios de ser sensibles a campos magnéticos.
Pero no sería éste el único dato que aportaría el doctor.
Estas criaturas viven en grupos versados de dos a tres familias, compuestas por unos diez miembros cada una, y que se mueven en dichos grupos para asegurar su supervivencia. Estos grupos se conocerían por el nombre de Skulks. Uno de los métodos que usan para comunicarse consistirían en rozar sus partes cristalinas contra las rocas, emitiendo con ello un sonido reconocible por el resto de la manada.
¿Cómo se creó al vulptex?
El diseño original de esta especie venía de la mano de Tim Napper. Pese a que ya se mostraron en el Battlefront II de pasada, esta especie vio la luz de manera oficial en la exposición del D23 (evento bi-anual de Disney) de 2017. En ella, se mostraron a esta criaturas de manera animatrónica.
Más tarde Neal Scanlan, el supervisor de efectos de criaturas de The Last Jedi, aportó el dato de que el pelaje cristalino que les caracteriza se debía a que la alimentación en el propio planeta fue la causante de la evolución de cristalización de su pelaje. Diciendo, textualmente que «tomaron la superficie misma del planeta en el que viven».
Se hicieron muchas pruebas de movimiento con cánidos, tratando de emular a posteriori el movimiento con cgi. Para la creación del modelo base se usaron más de 25 mil cristales, en un cuerpo de puppet con movimientos animatrónicos en el rostro. Teniendo el modelo creado, se estudiaron y captaron todos los movimientos del mismo para reproducirlo en cgi. Pero no sería un cgi sacado de una animación digital, sino en base a un modelo real, con semanas y semanas de trabajo a las espaldas. Mostrando una creación detallada y cuidadosa en todo momento.
La imagen de este zorro de cristal se difundió con tanto ahínco en spots televisivos y en publicidad de toda índole, que incluso antes de estrenarse en la gran pantalla como tal, el público ya le dio una merecida acogida. La criatura fue bautizada por Pablo Hidalgo, tomando como base elementos del latín tales como vultus (zorro).
Se mueve la idea de que esta especie es natal del propio planeta de Crait, aunque chocaría con la especulación de que es un especie que llegó al mismo, desconoceríamos por ende el cómo, y que su vida a lo largo de cientos de años en él -y la alimentación que le concierne- sería la que le llevaría a evolucionar al aspecto que ahora conocemos.
El canal oficial de Star Wars nos mostró brevemente parte de su elaborado proceso de creación.
La criatura gustó tanto a los fans de la saga, que se comenzaron a comercializar productos, llegando incluso a crearse funko pops entre otros elementos comerciles. Los más aventurados, consiguieron crear vúlptices de todo tipo hechos a mano. Pins, peluches, dioramas…
Es de merecer el reconocimiento que recae sobre un equipo que ha dedicado tanto entusiasmo y labor para ofrecer al público nuevas y elaboradas criaturas, sencillas per se, pero únicas dentro de la existencia propia de vida en la galaxia.