Como dijo Luke en El ascenso de Skywalker, “enfrentar al miedo es el destino de un jedi”. Ahora bien, ¿Qué es el terror de los jedi? Esa es la pregunta a la que han tratado de dar respuesta los autores de The High Republic. Y es que el miedo, esa emoción que puede llevar a la ira y convertirse en la puerta de entrada hacia un camino de oscuridad, es un tema recurrente en todas sus obras. Este miedo se ve representado en la forma de criaturas que bien podrían haber sido sacadas de las peores pesadillas de los jedi. Criaturas cuya mera existencia supone un desafío para sus propios principios. A continuación, hablaremos un poco sobre ellas.
Los drengir
Los drengir son plantas cuyo principal propósito es crecer y alimentarse de otros seres sintientes, su ansiada “carne”. Como cualquier especie vegetal se reproducen por semillas, pero una vez se desarrollan a individuos adultos poseen la capacidad de desplazarse a través de sus raíces. Atrapan a sus presas mediante sus largas enredaderas, las cuales presentan espinas con las que inyectan un veneno que aletarga a sus víctimas y drenan lentamente sus nutrientes.
Los drengir están conectados entre sí mediante una potente mente colmena controlada por el primer drengir, el Gran Progentior. Su poder es tal que incluso pueden llegar a dominar las mentes de los seres atrapados entre sus tentáculos. Poseen una profunda conexión con el lado oscuro de la Fuerza y son capaces de inspirar miedo e inducir visiones a los enemigos a su alcance, lo cual los convierte en un desafiante adversario para los jedi. Además, los sables de luz tienen poco efecto en ellos, pues, en caso de ser mutilados, cuentan con una gran capacidad regenerativa y a partir de los miembros seccionados se puede desarrollar un nuevo individuo.
La era dorada de los drengir tuvo lugar en tiempos de la Antigua República, cuando emigraron desde su mundo natal de Mulita, en el Espacio Salvaje, y se dispersaron por toda la galaxia. Su alcance fue tal que, eventualmente, se cruzaron en el camino de los sith, quienes, impresionados por su poder, les propusieron una alianza. Durante un tiempo esta oscura asociación se mantuvo, pues los drengir vieron en ella una oportunidad para expandirse y alimentarse de los mundos conquistados por los sith. No obstante, las plantas acabaron traicionando a los señores oscuros. Estos, conscientes de las habilidades de sus antiguos aliados y de la dificultad para matarlos, capturaron al Gran Progenitor y llevaron a cabo un ritual para someterlo a un estado de hibernación en la Estación Amaxine, neutralizando a los drengir durante milenios.
En el 232 ABY, durante el Gran Desastre, un grupo de jedi que se refugió en la Estación Amaxine despertó a los drengir por error. Los Nihil descubrieron el incidente y enseguida vieron en ellos una oportunidad para desviar la atención de los jedi mientras preparaban su próximo movimiento, por lo que ayudaron a propagar a los drengir por todo el Borde Exterior. Esto ocasionó una crisis que mantuvo ocupados a los jedi durante meses.
El terror Sin Nombre
Los temidos Shrii-Ka-Rai fueron sujeto de leyendas desde tiempos inmemoriales. Por ejemplo, en distintos rincones de la galaxia se llegó a popularizar una nana bastante macabra sobre ellos de la que muy poca gente comprendía su verdadero significado. Una canción que, por cierto, los jedi solían cantarles a los iniciados para que se fueran a dormir. Debido al misterio que los rodea, también son conocidos como los Sin Nombre. O como los Devoradores de la Fuerza. Y es que estas criaturas se alimentan a costa de los seres sensibles a la Fuerza, y no solo eso, sino que su cercanía afecta gravemente al estado físico y mental de sus presas. Esto los convierte en el arma perfecta contra los jedi.
Antes de seguir hablando sobre sus atributos es necesario mencionar su origen. Los Sin Nombre son nativos de un planeta del Espacio Salvaje que, como las propias criaturas, es fuente de leyendas. No se conoce su verdadero nombre y es difícil encontrarlo en algún mapa, pero las grandes maravillas que supuestamente alberga hicieron de este mundo un suculento objetivo para los prospectores más osados. Lo cierto es que el “Planeta X” es un lugar con una conexión tan intensa con la Fuerza que incluso permite a los visitantes desarrollar facultades propias de un jedi. Allí los Sin Nombre viven en armonía con su entorno, formado por prados y bosques llenos criaturas. Sin embargo, en cuanto son sacados de su hábitat, su fisiología y su comportamiento se ven alterados drásticamente.
Los Sin Nombre nacen de huevos brillantes como el cristal. De ellos salen pequeñas criaturas de cuatro patas acabadas en garras, con grandes espinas protuberantes en su dorso y con tentáculos faciales que usan para alimentarse. Cuando se nutren, su tamaño aumenta exponencialmente. Sin embargo, los Shrii-Ka-Rai necesitan crecer en un ambiente rico en la Fuerza, como en su mundo natal. Fuera de él, presentan un estado bastante decrépito: sus huesos se marcan por todo el cuerpo y su piel se vuelve parcialmente translúcida, hasta el punto de que a simple vista se puede ver su corazón. Para suplir estas carencias, se ven obligados a drenar la Fuerza de los seres sensibles a ella, como los jedi.
Ante un contacto con los Sin Nombre, un usuario de la Fuerza empieza a sentir una confusión progresiva que empieza a nublar sus pensamientos y a afectar su capacidad para usar la Fuerza. A medida que la proximidad entre criatura y presa aumenta, la confusión se convierte en un miedo visceral y en una incapacidad total. Los músculos dejan de responder, su percepción del entorno se distorsiona por completo y sufren visiones en las cuales se manifiestan sus peores temores. En la fase final del ataque, el Sin nombre se abalanza sobre el jedi y empieza a drenar su Fuerza, y a medida que lo hace, su cuerpo se empieza a convertir en un mero cascarón de piedra que eventualmente se acaba desintegrando. Lo único que queda de la víctima es polvo.
La primera vez que una civilización trató de exportar a los Sin Nombre de su mundo natal, el pecado acabó resultando en su destrucción. Aunque antes de perecer dejaron como legado unos bastones capaces de controlar a las criaturas. En tiempos de la Alta República, tanto el Camino de la Mano Abierta como los descendientes de dicha secta, los Nihil, se hicieron con el control de los bastones y los usaron para dominar a las criaturas y hacer de ellas el arma perfecta contra los jedi. Los Nihil fueron un paso más allá, e incluso llevaron a cabo macabros experimentos con las bestias para potenciar su efectividad.
Puedes conocer más acerca de estas criaturas, así como de toda la historia de la Alta República, en este otro artículo.