El origen de la resistencia clon

La figura del soldado clon se ha convertido en uno de los temas más desarrollados de Star Wars a lo largo de los últimos años, especialmente en medios audiovisuales. Desde que el Gran Ejército de la República fue introducido en esa magnífica escena en Kamino de El ataque de los clones, varios productos han ido explorando a los individuos que se encuentran bajo esas armaduras de plastoide. En algunos hemos conocido acerca de su entrenamiento, su personalidad individual, su relación con sus hermanos y los jedi, o su perspectiva de la guerra.

The Bad Batch se ha centrado más en mostrar el destino de los soldados clon tras la guerra y su intento de labrarse su propio futuro, el cual, lamentablemente, no se presenta demasiado alentador. Eso motivó el surgimiento de la Clandestinidad Clon, una célula de resistencia liderada por Rex y formada por clones e individuos simpatizantes a su causa. Su propósito consiste en recabar información acerca de los planes del Imperio referentes a la clonación y ayudar a los clones desertores a forjarse una vida lejos del ejército. En Legends, encontramos un caso muy similar en las novelas de Republic Commando. Dicha saga, escrita por Karen Traviss, narra la historia del Clan Skirata, un grupo que se convirtió en el primer foco de la resistencia clon.

Los Cuy’val Dar y la herencia mandaloriana de los clones

Unos dos años después de ser contratado como donante para el ejército clon, Jango Fett empezó a reclutar a varios mercenarios de confianza para supervisar el entrenamiento de las unidades especiales. Fueron un total de 100 hombres y mujeres, tres cuartas partes de los cuales eran supercomandos mandalorianos. Todos ellos recibieron un pago millonario, pero el aceptarlo conllevaba a dejar toda su vida atrás, pues, dado que nadie podía conocer la existencia del ejército clon, debían comprometerse a romper todo contacto con el exterior y permanecer en Kamino hasta el inicio de la guerra. Por ese motivo, los instructores de los clones fueron conocidos como Cuy’val Dar, que en mando’a significa «aquel que no existe».

Jango Fett y Kal Skirata supervisando el entrenamiento de los clones. Imagen de «The Essential Guide to Warfare».

Algunos de los Cuy’Val Dar más conocidos fueron Kal Skirata, Walon Vau, Rav Bralor, Mij Gilamar, Wad’e Tay’haai, Dred Priest e Isabet Reau. Pese a que todos ellos tenían la misma misión, la forma de entrenar a sus hombres variaba mucho en función de su personalidad. Por ejemplo, Skirata se preocupaba por sus hombres hasta el punto de ser como un padre para ellos; Vau llevaba a sus soldados al límite porque creía que de esa forma podrían sobrevivir a cualquier desafío en el campo; Bralor adiestraba a sus escuadrones para que funcionasen como una única unidad; y Priest simplemente disfrutaba viendo sufrir a los suyos.

Cada Cuy’val Dar se encargó del entrenamiento de 100 comandos clon, a los cuales empezaron a instruir una vez llegaban a los cuatro años biológicos, es decir, a sus dos años reales (los clones kaminianos envejecen al doble de la velocidad de un ser humano corriente). La instrucción se alargó durante ocho años, hasta que la guerra estalló en el 22 ABY. Eso propició que muchos de ellos les transmitieran a los soldados sus costumbres mandalorianas, lo cual contribuyó a forjar su personalidad, y establecieran un fuerte vínculo con ellos que incluso perduró hasta después del inicio de la guerra.

Los primeros actos de resistencia clon llegaron mucho antes del inicio de la guerra. La primera remesa de clones producida por los kaminianos constó de un total de doce unidades, de las cuales solo seis sobrevivieron al proceso de desarrollo. Estos clones, predestinados a ser soldados ARC, fueron modificados genéticamente para potenciar su obediencia, aunque en realidad solo obedecían a aquellos a quienes mostraban su lealtad. Por ese motivo, los kaminianos declararon la como remesa nula y programaron su eliminación cuando solo tenían dos años de edad. Sin embargo, los Null fueron salvados por la llegada a Kamino de Kal Skirata, quien se interpuso a su ejecución y pidió adiestrarlos personalmente. Eventualmente, el Cuy’val Dar se ganó su lealtad, les dio un nombre a cada uno y los adoptó como hijos propios.

Skirata, y los ARC Null Ordo y Mereel en una imagen publicada en la revista Star Wars Insider.

Tras los ARC Null, el segundo lote de clones fue la remesa Alfa, formada por 100 soldados ARC entrenados por Jango Fett en persona. Al no tener su obediencia genéticamente modificada eran conocidos por su independencia, hasta el punto de que varios desertaron del Gran Ejército de la República. Uno de ellos, conocido como Spar, lo hizo antes del estallido de la guerra. Para ello contó con la ayuda de Mij Gilamar, quien le ayudó a esconderse de polizón en el Esclavo I y así huir de Kamino sin ser detectado. Spar construyó su propia vida como cazarrecompensas en Mandalore, e incluso llegó a aceptar temporalmente el título de Mand’alor. Ya en plena guerra se le unió Sull, quien para desertar contó con la ayuda de Skirata y A’den, uno de los ARC Null.

Reuniendo aliados

Algunos Cuy’Val Dar, como Vau y Skirata, permanecieron en el GER como asesores militares una vez iniciada la guerra. Eso les permitió permanecer en estrecho contacto con sus antiguos alumnos y les facilitó los recursos necesarios para empezar a construir una red clandestina destinada a ayudar a los clones después del conflicto. Por lo tanto, durante este periodo aprovecharon para reunir fondos, reclutar aliados e interceptar información de inteligencia.

Walon Vau y el Escuadrón Delta llevaron a cabo un golpe en las bóvedas de los bancos de Mygeeto en el cual robaron cerca de 40 millones de créditos. Sin embargo, dicha hazaña palideció ante las habilidades informáticas de los Null, quienes crearon un virus con el que robaron billones de créditos, repartidos en millones de cuentas bancarias de la República, sin ser detectados.

Durante una operación antiterrorista en Coruscant, el capitán Ordo, uno de los Null, se infiltró en la División de Auditoria del Tesoro de la República. Allí conoció a su futura esposa, la agente Besany Wennen, quien se convertiría en un miembro clave de la red. Su posición le permitía investigar los movimientos financieros de la República y, de esa forma, poder predecir el rumbo de la guerra y los planes de Palpatine para los clones. También fue ella quien se acercó al senador Den Skeenah, quien defendía los derechos de los clones ante el senado.

Obviamente, los movimientos de Skirata y los suyos no siempre pasaban desapercibidos, e incluso un grupo de clones especialista en operaciones especiales en ocasiones necesitaba que les cubrieran la espalda. De eso se encargaba Jailer Obrim, jefe de las Fuerzas de Seguridad de Coruscant, quien encubría los imprevistos surgidos durante sus operaciones. Fue Obrim quien advirtió a Skirata de su orden de arresto impuesta por el canciller, y también fue él quien, junto a Wennen, evitó que los droides médicos de un hospital de la República eutanasiaran a Fi, un comando clon que había sufrido graves heridas en combate.

Primer encuentro entre Darman y Etain en Qiilura ilustrado en una imagen de «The Essential Reader’s Companion».

Precisamente Fi era miembro del Escuadrón Omega, el grupo de comandos predilecto de Skirata. En su primera misión, fueron enviados a Qiilura a rescatar a la jedi Etain Tur-Mukan, quien formó un fuerte vínculo con ellos. Es más, se enamoró de Darman, uno de los miembros, e incluso tuvieron un hijo en común. Debido a ello, Etain se comprometió a darlo todo por proteger a los clones en el campo de batalla y así asegurarse de que pudieran disfrutar de una vida plena en el futuro.

Al estar destinada a la Brigada de Operaciones Especiales, Etain trabajaba principalmente con clones comando, al igual que su compañero Bardan Jusik. Tras trabajar con ellos en una operación antiterrorista en Coruscant, dicho jedi encontró su lugar en el Clan Skirata, y durante un tiempo encubrió sus misiones clandestinas ante su jefe y antiguo maestro, el general Arligan Zey. Solamente llevo a cabo esta función hasta poco antes del segundo año de guerra, pues, considerando que los jedi habían perdido su rumbo al implicarse en el conflicto, abandonó la orden y se convirtió en mandaloriano. Pese a ello, no renunció a seguir usando sus habilidades en la Fuerza, y su destreza en la curación fue clave para la recuperación del mencionado Fi.

Sin embargo, la pieza más importante del plan de Skirata fue la búsqueda de una terapia para revertir el envejecimiento acelerado de los clones. Para ello, Kal, Vau y los Null rastrearon y capturaron a la fugitiva Ko Sai, la científica responsable de la creación del ejército clon. De la kaminiana pudieron averiguar los genes modificados epigenéticamente para acelerar el envejecimiento de los clones, pero se quitó la vida antes de empezar a trabajar en la cura. En consecuencia, sus esfuerzos se centraron en encontrar a otro científico capaz de sacar adelante el proyecto, y para ello contaron con la ayuda de Mij Gilamar, un Cuy’Val Dar formado en medicina. Finalmente, llegaron a la conclusión de que su mejor opción era la doctora Qail Uthan, una científica separatista capturada por el Escuadrón Omega al inicio de la guerra, a quien Jusik y Ordo tuvieron que extraer de una prisión psiquiátrica de Coruscant.

Retirada a Kyrimorut

Mientras todo esto se llevaba a cabo, en Mandalore, la Cuy’Val Dar Rav Bralor supervisaba la construcción de el bastión Kyrimorut, el cual debía servir como refugio para el Clan Skirata y cualquier clon que buscase una nueva vida más allá del ejército. Cuando la guerra se aproximaba a los tres años, varias fuentes advirtieron a Skirata de que Palpatine se estaba preparando para dar un golpe sobre la mesa, por lo que empezó a organizar el traslado de todo su grupo de aliados a Mandalore. Sin embargo, la noche en la que esperaban escapar de Coruscant, los clones recibieron la Orden 66. Ni los ARC Null ni el Escuadrón Omega la obedecieron, pero suponía un grave problema porque Etain estaba marcada para su ejecución. Irónicamente, la jedi acabó cayendo al tratar de evitar que un padawan matase a un soldado de la Legión 501ª. Además, en los disturbios resultantes, se vieron obligados a dejar atrás a Niner y a Darman, dos de los Omega.

Mandalore sirvió como el refugio perfecto para los clones desertores y sus simpatizantes. Su baja densidad de población y sus amplias zonas boscosas (sí, en Legends Mandalore no era un desierto) proporcionaban un escondite perfecto a los ojos del Imperio, pese a que ya había extendido su presencia hasta el planeta. Además, pese a que todos ellos contaban con recompensas sobre sus cabezas, la armadura mandaloriana les garantizaba un cierto anonimato.

Tallisibeth Enwandung-Esterhazy, más conocida como Exploradora, en una imagen de «The Essential Reader’s Companion».

El clan empezó a reconstruir su vida en el inmenso fortín de Kyrimorut y muy pronto empezó a acoger a nuevos miembros. La gran responsable de ello fue la transportista Ny Vollen, quien recogía a varios polizones en sus constantes viajes en busca de suministros. Buen ejemplo de ello fueron el Escuadrón Yayax y Levet, comandante de la 35ª Legión. Pero lo más sorprendente fue que Skirata incluso aceptó temporalmente a algunos jedi supervivientes. Los primeros en unirse fueron una padawan conocida como Exploradora y la kaminiana increíblemente longeva Kina Ha, cuyos genes podrían ser clave para encontrar la cura frente al envejecimiento de los clones. Más difícil le fue aceptar al ya mencionado general Zey, quien llegó en compañía del capitán ARC Maze después de que este último lo salvase de la Orden 66.

El hecho de haber desertado no les impidió a los Null continuar con su labor de espionaje. Gracias a un amigo, pudieron infiltrarse en los sistemas informáticos imperiales y volver a contactar con Darman y Niner. Ambos clones decidieron permanecer en las filas imperiales y ayudar a sus hermanos desde dentro, proporcionando inteligencia sobre los planes del ejército y sirviendo como enlace para los clones desertores.

Lo último que sabemos de este grupo es que, pocos meses después del final de la guerra, Skirata llegó a un acuerdo de colaboración con la secta jedi liderada por el maestro Djinn Altis, a la cual transfirió a sus refugiados jedi, excepto a Exploradora, quien se quedó en el clan. Además, en algún momento la doctora Uthan logró encontrar la cura frente al envejecimiento acelerado de los clones y por lo menos uno de los Null, Jaing, sobrevivió hasta unos 60 años después de las Guerras Clon, tal y como nos muestran las novelas de Legacy of the Force. Jusik y Venku, el hijo de Darman y Etain, también seguían vivos para entonces.

El alzamiento de Kamino

El grupo de Skirata no fue el único foco de resistencia clon durante la época imperial. Molestos por el control ejercido por el Imperio sobre sus instalaciones, los kaminianos empezaron a entrenar a un ejército propio para liberar su mundo. Sin embargo, esto llegó a oídos del emperador y, unos siete años después del final de la guerra, su régimen desplegó a un contingente de la Legión 501ª para lidiar con la insurrección.

Soldado de la 501ª enfrentando a varios de sus hermanos durante el Alzamiento de Kamino, una batalla que podemos vivir en la campaña del videojuego «Star Wars: Battlefront II».

Los clones imperiales fueron liderados por Boba Fett, escogido por su conocimiento de las instalaciones. Mientras ambos ejércitos se enfrentaban en las plataformas de Ciudad Tipoca, el cazarrecompensas se adentró en las salas de clonación y confiscó las últimas muestras del ADN de su padre, tras lo cual detuvo el soporte vital de los embriones en desarrollo. Finalmente, el Imperio impuso se alzó con la victoria y clausuró las instalaciones kaminianas, poniendo fin a su producción de clones. En consecuencia, el ejército imperial empezó a nutrirse de soldados reclutados y de clones desarrollados a partir de otros métodos y otras plantillas genéticas.